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El patio…

 Por las noches cuando tengo insomnio, trato de evocar los más bellos y gratos recuerdos de mi infancia, mis juegos, mis anhelos, mis travesuras.

En alguna ocasión vino de mis recuerdos aquel patio de la casa de Maestros, que fue nuestro compañero de juegos y que nos brindó largas horas de pláticas y reunión entre hermanos.

Aquel árbol de chabacanos que en el mes de mayo empezaba a florecer y por mediados de junio sacudíamos para tirarle sus tiernos frutos, la tan famosa “cachucha”, que tantas veces nos acordamos y que siempre nos hace reír, y también aquella pequeña huerta que alguna vez quisimos emprender con mi mamá.

El árbol de granada, fruto que nunca más he comido, porque considero que ninguna granada me va a saber igual que en esa etapa de mi vida.

La casita de muñecas que mi mamá para un seis de enero nos mandó construir y todos los bellos detalles que alrededor de este lugar podríamos contarnos sólo entre nosotros los hermanos y, que nadie más podrá entender el porqué nos es ese recuerdo tan evocador.

Ciertamente huérfanos de padre, pero con una madre que son su inmenso amor, hizo las funciones de madre y padre con creces y nunca sentimos carencia de amor paterno, tal vez la situación económica no fue tan boyante, pero no nos dimos cuenta de ese pequeño detalle, pues estuvimos tan ocupados en crecer, que la economía de la familia no tuvo cabida en nuestras cabecitas.

Por otra parte, también traté de hacer memoria, y no se qué pasó con tantas mecetas que adornaban el lugar, que a la muerte de mi abuelita, creo que ya nadie se acordó de regar y muy seguramente se secaron en un dos por tres.

Pero, porqué nadie quiso hacerse cargo de ese lugar?, qué sucedió?, qué siempre estuvimos tan ocupados?, que nadie volvió a acordarse de aquel hermoso y gran “patio”, donde pasamos largas horas de esparcimiento.

Al igual que el patio, el chabacano, la granada, las plantas y entre ellas los helechos, que se fueron acabando con el tiempo, la vida se nos va de las manos, más rapidamente de lo que quisieramos.

Si nosotros no procuramos, regar, limpiar y cuidar, el patio de nuestra alma, también va a languidecer, sin que nadie pueda penetrar para poder hacerle mantenimiento.

Con todo esto quiero decirles, que su empeño como padres, ha sido más que excelente. Solamente se les puede reprochar, su excesivo celo en proveer de comodidades a los suyos, pero tal vez no se han puesto a pensar, en que no los dejamos crecer y, siguen siendo unos “niños”, como comentaba líneas antes, en donde en su cabeza no caben pensamientos para trazar un plan de vida, ya que siguen ocupados en crecer.

No creen, que es tiempo de dejar que nuestros hijos puedan enfrentarse a la vida?, ahora que estamos presentes y no después, cuando ya nada tiene remedio, cuando nuestra ausencia sea tan dura y dolorosa para ellos, sino ahora que podemos estar  para apoyarlos.

Pero apoyar, no es lo mismo que resolver.

Así que para que podamos tener tiempo de darle mantenimiento al “patio” de nuestra alma, donde están nuestros recuerdos, los más bellos, los más preciados, los que únicamente cada uno de nosotros y nadie más puede guardar, necesitamos tiempo.

Dejemos que ellos nuestros polluelos crezcan; que busquen su propia felicidad, que si tienen deudas busquen la manera de resolverlas, que se enojen y después se apasigüen, que eduquen y sean educados por sus hijos, en fin en pocas palabras “que empiecen a vivr haciéndose responsables de sus propios actos”.

Como nosotros tuvimos que hacerlo tarde que temprano, y permítaseme decir que no fue tan difícil, porque aprendimos cuando “ella” nuestra amada madre estaba con vida, para decirnos: “tu puedes, no tengas miedo, aquí no te faltará ni casa ni comida. Tu prueba, si no funciona, vuelve a probar, aquí estoy yo, aquí están mis brazos, aquí esta mi regazo, hijos míos vuelen ahora que estoy aquí”…

Por lo tanto hermanos, necesitan ser fuertes para poner un “hasta aquí”, ahora que es tiempo, ahora que estamos vimos y no después, porque entonces será más doloroso, más penoso y no les habremos dejado aprender a vivir.

Su hermana que los ama con toda el alma.

Xelaxel.


1 comentario »

Un comentario a “El patio…”

  1. el 06 Ene 2008 a las 6 enero 2008 PR: 2 Xiomara

    Qué bonita historia! La verdad es que tienes muchísima razón. Supongo que es una anécdota que podría ser claramente real y que, en el fondo, da un poco de pena que no solo abandonemos ese tipo de cosas o lugares sino que, lo más triste, es que no nos damos cuenta de lo que significan y en ocasiones puede ser demasiado tarde.
    Por tanto, es con este tipo de lecturas con las que recapacitamos y nos damos cuenta de que nuestra alma, nuestro corazón y nuestro ser en si necesitan tiempo de dedicación y es que si esa parte de nuestro cuerpo no está bien, difícilmente nos vamos a encontrar nosotros cómodos.

    Un beso!

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